compositor Leopold Mozart (1719- 1787) abandonó sus propias aspiraciones profesionales
para dedicarse a la formación del pequeño Wolfgang. Era un hombre inteligente, orgulloso y
religioso que creía que los dones musicales de su hijo eran un milagro divino que él, como
padre, tenía la obligación de cultivar. Su obsesión era resolver la futura supervivencia
económica del joven y para ello aspiraba a encontrarle un puesto de trabajo en una corte
europea, idea propia de su tiempo, porque de lo contrario estaría sujeto a toda clase de
penurias. Así fue que comenzó un periplo por todas las grandes ciudades de Europa. A pesar
de su esfuerzo no pudo conseguir un cargo para su hijo, sin embargo, bajo su guía consiguió
ser el músico más excepcional de todos los tiempos.
En estos viajes, Italia fue una influencia decisiva para sus creaciones instrumentales y operísticas
ya que fue allí donde el género alcanzó un nivel único dominante en el mundo. Precisamente en
Italia, Mozart demostró haber absorbido plenamente todo lo que necesitaba para igualar e
incluso superar a los compositores italianos: en 1770, fue invitado para componer una obra
para el teatro ducal de Milán. Así con catorce años, compone y dirige “Miridate, re del Ponto”
al frente de una orquesta de setenta músicos.
Pero Mozart amplía y perfecciona el lenguaje operístico hasta trascender el lenguaje italiano,
primero con “Idomeneo, re di Creta” (1781) y más tarde con tres óperas bufas compuestas
sobre los libretos de Lorenzo Da Ponte - quien estuvo al servicio de la corte de Viena-: “Le nozze
di Figaro” (1786), “Don Giovanni” (estrenada en Praga en 1787) y “Così fan tutte” (1790).
Al mismo tiempo dio inicio al género operístico alemán Singspiel o comedia hablada y cantada
con creaciones de gran envergadura musical como “El Rapto en el Serrallo” (1782).
En 1784 ingresó a la logia masónica de Viena, hecho que jugó un papel importante tanto en
su vida cómo en su obra. El último año de vida hasta su enfermedad final, fue un tiempo de gran
productividad: realizó numerosas composiciones, algunos considerados sus trabajos más
admirados como la ópera “La Flauta Mágica” (Die Zauberflöte, KV 620) compuesta para el
teatro popular de Viena, el último “Concierto para piano y orquesta” (Nº27 en sí bemol mayor,
KV595), el “Concierto para clarinete en la mayor KV 622”, el último de su serie de quintetos de
cuerda (KV 614 en mi bemol mayor), el “Motete Ave Verum corpus KV 618” y el inacabado
“Réquiem en re menor KV 626”.
Si bien el estreno de “La Flauta Mágica” obtuvo un éxito discreto, mejoró con las sucesivas
representaciones y le hizo conocido en todos los escenarios del mundo occidental. En pleno
éxito de “La flauta Mágica”, Mozart murió en Viena el 5 de diciembre de 1791. Las
circunstancias de su muerte temprana han sido objeto de numerosas especulaciones, incluso se
ha culpado a su padre; lo cierto es que más allá de las razones físicas, esta lo ha elevado a la
categoría de mito y su influencia en toda la música posterior es notoria.
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