
Crónica: De apellido amor
Nos permitió encontrar todo lo que tenemos cada una de nosotras de Olegaria, y lo que puede tener Olegaria de nosotras también. (Pilar Cartagena).
El tercer título estrenado por streaming del Ciclo Ellas en la Delmira, convocado por el Teatro Solis, fue la obra De apellido amor, el sábado 10 de abril.
Una directora y una actriz, en sororal trabajo compartido, Susana Souto y Pilar Cartagena, se proponen investigar a la poeta Olegaria Machado Amor, nacida en Minas en 1863. Revisitan el texto teatral de Juan Scuarza. Olegaria, -y siempre la referencia patriarcal-, fue maestra de Florencio Sánchez. Por otro lado el dramaturgo la definió como "distinguida y romanticona".
No era necesario ese dato, más que para validarla en un sistema. Esta poeta recitaba sus versos al viento en su balcón. No buscó, ni pudo buscar, el reconocimiento de los hombres. Recibió frases que todas las mujeres hemos recibido: "¿Estás loquita hoy?", "Su cara de mala es más hermosa que su rostro de poeta", "Es una catástrofe para nuestra familia". Actos de habla que funcionan como espadas que limitan la acción, minimizando al sujeto. Solo dos poemas quedaron de ella. Hasta que estas dos creadoras asumieron la tarea de revivirla, traer su voz y mezclarla con las de ellas, en ese juego hermenéutico con el pasado.
Y formalmente se agrega un nuevo lenguaje, un híbrido procesual entre ensayos por zoom, grabación en el teatro, visionado por streaming. Esos distintos formatos y el espesor de signos que crean permitieron performar en una intermedialidad nueva, poniendo ante nosotros una obra íntima y emocionante, a la vez que reflexiva, donde coexiste el lenguaje actoral, -corporal y gestual-, papeles escritos, palabras en el panorama proyectadas, palabras en el suelo, la mirada de la cámara, la ausencia de público pero el receptor colocado más íntimamente en nuestro ojo, que ve muy próxima a la actriz, escucha su voz y hasta la respiración de la misma. Cinco voces escuchamos: la voz de la actriz espontánea, la voz de la actriz que presenta hechos de Olegoria, la voz que narra en pasado los sucesos y la voz en el diálogo directo. Y, en el fondo, la voz del canto. Todas esas vocen hablando de las Olegarias que somos y que fueron. El amor es cruel, pero Olegaria supo que todas las palabras son dichas para el viento, aún las escritas en el mármol monumental.
Claudia Pérez